Un saltamontes muy triste y decaído vivía en un hermoso prado. Todos los días salía a pasear hasta llegar al lago donde aprovechaba a refrescarse sus patitas en el agua. Una mañana salió como de costumbre cuando tropezó cayendo sobre algo que produjo un sonido divertido, eran unos pequeños cascabeles que se le habían enredado en sus largas patitas, no se los podría quitar a pesar de que no le molestaban ni le dolían pero no soportaba el ruido que estos emitían a cada salto que daba.
-Todo lo malo me tiene que pasar a mi- dijo cabizbajo.
Pronto todos los saltamontes del prado se acercaron atraídos por el sonido de los cascabeles, les pidió ayuda a los que se acercaban pero sólo recibía burlas y risas por su torpeza. Avergonzado y deprimido el saltamontes volvió llorando a su casa de donde no salió durante varios días.
De pronto, un grillo músico que pasaba por ahí se posó sobre una gran hoja y comenzó a tocar el violín. El saltamontes amante de este instrumento salió de su casa para ver de cerca al músico, cuando se acercó el grillo dejó de tocar y sonriendo se giró hacia el saltamontes.
-¡Qué sonido tan agradable amigo saltamontes! ¿Eres músico también?
-¡Oh, no! Yo no le quise molestar señor.
-No me molestaste, podríamos tocar juntos, ¿qué te parece?
-Pero yo no soy músico, no sé tocar señor.
-No te preocupes, tú tan sólo escucha la música y déjate llevar.
Y así fue como el saltamontes escuchaba la música que salía del violín que tocaba el grillo y de pronto sintió deseos de mover sus patitas agitando los cascabeles con mucho ritmo. El sonido de los instrumentos pronto llamó la atención de los grillos que anteriormente se habían burlado de él, los cuales se acercaron con vergüenza hasta que el grillo les indicó que se acercaran que estaban perdonados.
El saltamontes se sintió tan feliz que agradeció el día en que aquellos cascabeles se le habían enredado en sus patitas.
Hay veces en que estamos tan obcecados en el obstáculo que nos surge que olvidamos el partido que podemos sacar de ello. Es cierto, que cuando llevamos mucho tiempo en un túnel de oscuridad, sólo nos fijamos en todo lo negativo que nos rodea, cualquier pequeño cambio nos parece un mundo y pensamos que todo está yendo en nuestra contra.
En muchas ocasiones es necesario, pararse, mirar alrededor, e intentar valorar todas las opciones que tenemos. Agarrar el problema con las manos y darle mil y una vueltas hasta que encontremos el lado positivo que éste esconde. Porque aunque no lo creamos SIEMPRE se puede sacar algo positivo, aprender, superar, mejorar, empezar, etc.
No te rindas cuando aparezca un problema, porque eso supone que el problema habrá ganado y que la experiencia que deberías de haber aprendido se perderá.
El ser humano es un animal de costumbres, cuando esa costumbre se ve alterada éste necesita un período de adaptación, cuando se trata de algo positivo el período es relativamente corto, sin embargo, cuando el cambio daña los sentimientos el período pasa a ser largo incluso a veces permanente (casos graves). Tener esta información en nuestro poder sobre nuestra especie nos hace afortunados, y nos da ventajas sobre nosotros mismos.
¡Feliz semana!
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